Fisker Inc., la startup de vehículos eléctricos fundada por el famoso diseñador Henrik Fisker, se acogió al Capítulo 11 de protección por bancarrota, un colofón a meses de problemas con su SUV Ocean que incluyeron retiros del mercado y docenas de demandas bajo la ley del limón.
La empresa con sede en California, que se declaró en quiebra ante el tribunal de Delaware, había estado buscando un acuerdo con otro fabricante de automóviles en un último esfuerzo por rescatar la empresa. La compañía estimó activos de entre 500 y 1.000 millones de dólares y pasivos de entre 100 y 500 millones de dólares, según el documento.
Fisker tiene entre 200 y 999 acreedores, incluidos SAP, Adobe, Salesforce y Ansys, según el documento judicial presentado el lunes por la noche. La presentación se produce apenas un año después de que Fisker entregara a sus clientes su vehículo totalmente eléctrico, el Ocean SUV.
El tan publicitado vehículo eléctrico tuvo problemas desde el principio, y los clientes informaron sobre una serie de problemas mecánicos y de software. Internamente, la empresa tuvo dificultades para gestionar el servicio al cliente e incluso realizar un seguimiento de su dinero, según un informe anterior de TechCrunch.
Fisker, que contrató al fabricante Magna, terminaría entregando sólo unos pocos miles de vehículos.
Fisker intentó preservar el efectivo mediante varias rondas de despidos y otras medidas de reducción de costos. También cambió su modelo de negocio. A principios de este año, Fisker dejó de vender directamente a los clientes (un sistema que Tesla ha popularizado) y en su lugar intentó asociarse con distribuidores establecidos. Al final, los esfuerzos no fueron suficientes para salvar la empresa.
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